"Una multitud se arremolina a las afueras del palacio que Coriolano Amador y Lorenza Uribe, jefes de la familia más rica de Medellín, le tienen como sorpresa a José María, su hijo, que llega de una Luna de Miel de dos años. Sofía Llano, la esposa, desciende primera del landó, un carruaje cubierto, tirado por caballos, que trae a la pareja.
La gente aplaude. El turno después es para José María pero la escena se silencia porque el joven de 24 años no puede caminar. Avanza soportado en los hombros de Sofía y un trabajador hasta que ingresa a su palacio sin estrenar.
Fue la última vez que vieron en público al único heredero hombre de una de las fortunas más grandes de Colombia. Era junio de 1893. Medellín era un caserío minúsculo de 46.000 habitantes (hoy esa población se multiplicó 52 veces) que amasaba sus primeras riquezas producto de la explotación minera, un incipiente comercio y el mercado cafetero. La familia más próspera de la época se forjó con la unión de Coriolano y Lorenza".
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