"“Esta es la historia que contome un día el viejo enterrador de la comarca”. Este verso de Julio Flores que me recitaba mi mamá se me viene a la memoria ahora que escribo la historia de Auras Anónimas. En febrero de 2003 me enteré de que el alcalde saliente Enrique Peñalosa pretendía derrumbar los edificios del bloque B del Cementerio Central de Bogotá. Seis edificaciones neoclásicas construidas en la década de 1940 proyectadas por el gobierno de López Pumarejo durante la Revolución en Marcha.
Los columbarios fueron construidos por etapas, los primeros cuatros fueron concluidos en 1946 y su inauguración dos años después fue trágica cuando allí se ubicaron los muertos del 9 de abril de 1948, según dan testimonio los deudos que llegaron a reclamar a sus muertos allí y las fotografías de Lunga y del grupo de fotógrafos de Sady González. Los otros dos edificios fueron terminados en la década del 50, en vista de la creciente solicitud del pueblo para ubicar sus muertos. El sitio se convirtió en un lugar de duelo, de oración, de reflexión, un campo santo. En 1984 estas construcciones dentro del parque funerario del cementerio fueron declaradas Monumento Nacional, mediante el decreto 2390 del 26 de septiembre de ese año".
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