"Con vistas a los Alpes, en la idílica ciudad de montaña austriaca de Hallstatt, unos cientos de marcadores de tumbas indican el lugar de descanso de los antiguos residentes. Pero aquellos que eligen ser enterrados allí saben que su lugar de descanso final no será el pequeño cementerio adormecido, sino la casa subterránea de caracoles (conocida como beinhaus o "casa de huesos") a unos pocos pasos de distancia.
La casa de charnel es el hogar de más de 1000 esqueletos, con cráneos cuidadosamente apilados uno encima del otro. La práctica macabra puede parecer escandalosa hoy en día, pero almacenar esqueletos antiguos en osarios como este no era raro en el pasado. Hay muchos ejemplos sorprendentes en toda Europa, como el Osario de Sedlec en la República Checa con su lámpara de araña, el elaborado San Bernardino alle Ossa en Milán, y las catacumbas de París, que son el lugar de descanso final para más de seis millones de personas".
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