"Cremar o enterrar el muerto: ¡he ahí el dilema! Esa decisión que llegó a ser tan trascendental y hasta motivo de agitadas discusiones familiares en los años 80 y 90, ya parece superada hoy. La mayoría de los cadáveres que están quedando bajo tierra o en bóvedas son los fallecidos de manera violenta, término que incluye los asesinados y los que son víctimas de accidentes.
Dice una prestadora de servicios funerarios con injerencia en dos camposantos, que de 100 muertos, 80 van a los hornos crematorios y 20 a las bóvedas o lotes.
-Si acá se pudiera, a los 100 los cremarían, pero a los que matan o se accidentan no lo permite la Fiscalía-, dice la fuente.
Carlos Darío Ospina, gerente del cementerio Campos de Paz, ubicado en Guayabal, afirma que allí, de cien sepelios, 80 van a cremación".
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