"Historia, misterio y olvido son las tres palabras que caracterizan al Cementerio Central de Bogotá, abierto en 1836. Como ejemplo, allí se encuentran los restos de Laureano Gómez, pero el estado de su tumba no refleja el poder que tuvo en vida: un mausoleo con el mármol destrozado y al que han despojado de sus adornos en bronce. Esa es apenas una de las imágenes que aprecian las cientos de personas que visitan el camposanto. Y si bien el deterioro representa un problema de preservación cultural, también le imprime algo de misterio. Se dice que en este mismo lugar conviven santos que hacen milagros y presencias oscuras y misteriosas. Eso sí, la única fuerza que parece ausentarse es la estatal. Su abandono amenaza el futuro de este sitio histórico".
Así comienza esta interesante, pero preocupante, nota publicada en el diario El Espectador por Camilo Vega Barbosa. Los invitamos a continuar con su lectura a través del siguiente link:
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