"Francisco Flores (51) llegó al cementerio de San Miguel de Azapa con la intención de quedarse sólo 3 meses. De esa época han pasado 9 años y Francisco sigue cuidando el camposanto más antiguo del país, que incluso dicen, posee más de mil años de existencia, ya que surgió como un cementerio indígena.
La historia de este panteonero comenzó de forma sorpresiva cuando necesitaba trabajar de forma urgente. Su pasado laboral había estado ligado a las minas del Salar de Surire y a la mina de oro de Choquelimpie. Como es azapeño siempre soñó con tener un trabajo en la tranquilidad del valle y cerca de su familia. Le contaron que en el cementerio necesitaban gente y pensó que podía ser un buen trabajo por 3 meses.
"Pasó el tiempo y me quedé. Al principio me daba mucho miedo especialmente en la noche, sentía ruidos y cuando dormía sufría de pesadillas, pero después se me quitó. Una vez pensé que uno no tenía por qué temer a los muertos sino a los vivos. Ellos están descansando y más allá del susto no va a pasar nada más", asegura Flores".
Los invitamos a leer esta nota que nos manda desde Arica, Chile, nuestro amigo Jorge Gajardo Guerra y que fue publicada en el diario Estrella, la cual está disponible a través de los siguientes links:
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