“En el cementerio San Pedro está escrita la historia de Medellín”. Esa máxima que dice y repite Juan José Restrepo Ángel, su director ejecutivo, sirvió como faro para que el Cementerio-Museo llegara a sus 180 años lleno de vida.
Del estrechón de manos con el que Pedro Uribe Restrepo y los 49 caballeros más encopetados de la Villa de la Candelaria sellaron el 22 de septiembre de 1842 el pacto para construir un camposanto exclusivo, hecho a la medida de su vida lujosa y pulcra, quedan el exquisito mármol de los monumentos y los soberbios mausoleos.
Pero la ciudad decidió “torcer” ese pacto. Con el paso de las décadas llegaron otros inquilinos; putas y herejes exiliados a una galería esquinera sin derecho a honores. Luego llegó la decadencia. A mediados de los 90 el San Pedro era una sumatoria de monumentos ruinosos y un lugar de paso donde cada cuatro años los despojos de cientos de vidas daban paso a otros, en medio del desenfreno de sangre y muerte que sometió a la ciudad.
A esa altura ya se había convertido en una necrópolis donde cabían presidentes y pillos; personajes ilustres y ciudadanos ignotos. El problema era que las afugias financieras acechaban y a duras penas podría decirse que era un lugar que albergaba muertos".
Los invitamos a leer la nota especial publicada en el diario antioqueño El Colombiano, en torno a esta magna celebración a través del siguiente link:
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