lunes, 14 de enero de 2019

Lanzamientos bibliográficos desde Guadalajara de nuestra colega y amiga Isabel Méndez Fausto

"Para el estado de Jalisco la importancia histórica del municipio de Tototlán radica, en que esta población ha experimentado una integración reciente al territorio jalisciense, formalizada apenas, en el primer cuarto del siglo XIX. Esa anexión política está fincada sin embargo, en la integración religiosa, efectuada previamente, de la llamada Doctrina de Ocotlán realizada a fines del siglo XVIII. Ambos procesos el eclesiástico y el civil, concluidos consecutivamente, redundaron en la apropiación de los municipios ahora jaliscienses, -y de las anteriores parroquias michoacanas-, de: Ocotlán, Tototlán, Ayotlán, Jamay, y Atotonilco. Las sustrajeron del obispado de Morelia y del estado de Michoacán, respectivamente, y convirtieron de golpe en parroquianos y ciudadanos jaliscienses, a los anteriores michoacanos, ya fueran comunes o sobresalientes.

La fuente de la plaza pública, la casa municipal, la iglesia, el cementerio y el colegio religioso de San Ignacio, –este último, que albergó las actividades educativas permanentemente, y las eclesiásticas, monásticas, hospitalarias y de hospicio, temporalmente-. Son las edificaciones  emblemáticas que conforman el corazón geográfico y patrimonial de la cabecera municipal de Tototlán. En consecuencia, las localidades tototlenses de los alrededores las tomaron como modelo de desarrollo urbano. Replicaron prioritariamente el centro de ese corazón, o sea el edificio religioso. Este movimiento ejecutado generalizadamente, justifica la suma al conocimiento del patrimonio municipal de la capital tototlense, el de las capillas de: Coina, La Yerbabuena, San Agustín, El Carmen, El Saucillo, Tecomatlán, La Ortiguilla y San Antonio. La suma de sus devociones y prácticas religiosas que también son patrimonio reconocido, además del patrimonio edilicio de las escuelas parroquiales, que a ejemplo de la matriz, edificaron las localidades, anexas a sus capillas, y las mejoraron.

El núcleo arquitectónico básico de la iglesia de San Agustín en Tototlán, como en el caso de sus iglesias contemporáneas, conjuntó los servicios eclesiásticos y funerarios desde su fundación. A pesar de conservar esa denominación de origen agustino en la primera iglesia tototlense, en la práctica se desdibujó tanto la herencia del pasado regular agustino, como el pasado diocesano michoacano, y se logró una segunda versión arquitectónica que conservó sin embargo el cementerio anexo. Únicamente, las desgracias decimonónicas combinadas, de las epidemias y del sismo, las apartaron. El Cólera Grande de 1833 demandó la apertura de un cementerio provisional e higiénico en las afueras de Tototlán, que se usó temporalmente. Su formalización arquitectónica se demandó por mandato estatal en 1845, y su uso definitivo debió  inaugurarse de manera anticipada al cólera, en la víspera de la segunda manifestación epidémica, la segunda expresión del cólera, el Cólera Chico que se presentó en 1850. Ya que el temblor de 1847 debilitó, e incapacitó la iglesia, urgió la formalización del cementerio extramuros, suprimió definitivamente el uso funerario y conservó exclusivamente el religioso, en la iglesia afectada".

Mayores informesisemefaust@yahoo.com


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