"Detrás de las góndolas de accesorios para el cabello de la planta baja del supermercado Monoprix, situado en la esquina de Rue Réaumur y el Boulevard de Sébastopol, en el segundo distrito de París, hay una puerta que dice “Solo el personal”. Al introducirse por ese pasadizo, doblar a la izquierda y bajar una escalera de caracol metálica se llega hasta el subsuelo. Más allá de unos pallets con botellas de jugo y gaseosas, habrá que bajar otras gradas más y uno se encontrará con un lúgubre recuerdo de la historia de París: una tumba multitudinaria, con filas y filas de esqueletos medievales; son 316 en total.
Los arqueólogos piensan que este descubrimiento es parte del cementerio de un hospital medieval llamado Hôpital de la Trinité, que estaba en las cercanías. La tumba multitudinaria, mucho tiempo bajo tierra, es un recordatorio de que París, pese a todo su esplendor de la superficie, está aún repleta de tesoros arqueológicos ocultos, algunos grandiosos y otros extremadamente horribles".
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Es impresionante este hallazgo y me quedan muchas preguntas que me harán buscar más fuentes al respecto. Sin embargo me queda la pregunta-reflexión: ¿desde cuando los seres humanos nos interesamos por los cementerios histórica ó estéticamente? Es curioso para mí, que lo que en un principio era un lugar de principio práctico-simbólico se convierte en un lugar de intereses que van dejando lo práctico a un lado para explorarlo desde múltiples e interesantes facetas.
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