"Philip Incao tenía unos 6 años cuando le preguntó a su madre si era verdad que él moriría. Sí, respondió ella. ¿Y qué pasa después?, cuestionó Incao. “Nada. Solo mueres, eso es todo”, le contestó. Fue una respuesta tremendamente insatisfactoria y, con el paso del tiempo, Incao comenzó a ver ese momento como el punto de partida de una vida entera de estudio.
Siguió un camino que lo llevó a la facultad de medicina, se capacitó en sanación holística y en la devoción de Rudolf Steiner, filósofo esotérico de principios del siglo XX y un erudito que formuló la teoría de que el mundo espiritual podía ser explorado a través del método científico".
Los invitamos a continuar disfrutando de esta interesante crónica publicada en el diario The New York Times por Ruth Graham, a través del siguiente link:
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