"En el Madrid de 1898, Mesoneros Romanos escribía con respecto a los cementerios de la capital española: “El campo de los muertos está muerto también: más que cementerios son ya museos arqueológicos”. El autor denunciaba así el abandono en el que habían caído algunos cementerios y tumbas de ilustres personajes madrileños por aquellas fechas, si bien, la frase sirve también para ilustrar la situación actual de los Campo Santos y del cambio de pensamiento hacia ellos que se está gestando en la sociedad occidental. Y es que los rimbombantes cementerios decimonónicos y de principios del siglo XX, llenos de epigrafía poética y alas angélicas, vidrieras, alegorías, e imágenes de duelo, comienzan a antojársenos algo totalmente ajeno a nuestra manera de sentir y actuar sobre la muerte. Su valor ya no es tanto el de cementerio como el de un museo al aire libre.
Esto se debe a un cambio de mentalidad respecto a la muerte y la memoria de los fallecidos que se ha gestado desde mediados del siglo pasado y que se ha traducido paulatinamente en la degradación y abandono de nuestros cementerios históricos, así como en la génesis de un tabú respecto a las cuestiones funerarias. No obstante, es necesario también señalar que otro de los factores que han llevado al deplorable estado de muchos cementerios históricos ha sido el económico, dado que las tasas anuales que deben ser abonadas se han hecho insostenibles para muchas familias".
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