"El 22 de junio de 1986, Narcés Palacio estuvo a punto de renunciar al trabajo que acababa de conseguir. Ese día le tocó ‘arreglar’ su primer muerto. Aunque sabía que esa era su labor como sepulturero del cementerio de Marsella, salió corriendo a la tienda del frente por el fuerte olor del cadáver. Su amigo, el dueño del lugar, le sirvió medio vaso de aguardiente para que cogiera verraquera. Narcés no renunció ese día, fue por 20 años el sepulturero del pueblo. Pero nunca se imaginó que su principal oficio no se lo iban a dar los muertos del lugar sino otros, ajenos, que traería flotando por centenares el río Cauca.
Antes de dedicarse a enterrar los cuerpos desconocidos, Narcés ejercía otra labor de la tierra: la agricultura. Pero con el tiempo tuvo que dejar sus cultivos para irse a trabajar al cementerio de uno de los pueblos del país con mayor número de personas no identificadas.
Los muertos no son de ese municipio Risaralda. Los lleva el río Cauca a una de las veredas de Marsella, Beltrán; pero las cifras de alrededor de 450 NN lo posicionaron en las estadísticas del Estado como el municipio más violento de Colombia a principios de 1990.
“No es así, les hacemos un favor a las otras regiones al enterrar a sus muertos, especialmente a las del norte del Valle. Eso no le corresponde a Marsella”, replica Narcés, a sus 70 años".
Los invitamos a conocer este interesante reportaje de María Clara Calle, publicado en la Revista Semana, a través del link:
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