"En febrero de 1964, el joyero alemán Karl Eberhard se fue de excursión al sur. Lo alcanzó la noche cuando iba camino a Linares y le preguntó a un hombre dónde podía alojarse. Cesáreo Villa Muñoz lo invitó a que levantara una carpa cerca de su casa.
Mientras el alemán dormía, Cesáreo planeó el asesinato, pues quería quedarse con el auto y los $400.000 que le había visto en la billetera. El crimen parecía perfecto, hasta que Cesáreo chocó el vehículo y lo mandó a arreglar. No previó que los amigos del fallecido habían puesto una denuncia y corría una investigación.
Fue llevado a Talca, apresado y fusilado en 1965. Hoy, sus restos están en el Cementerio General de la capital regional, rodeado de placas que agradecen los 'favores concedidos'".
Esta y otras historias de 'Animitas' chilenas están disponibles en la edición de Visito Mi Región, que publicó http://www.fundacionfuturo.cl/
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