Aunque la muerte es el peaje personal e intransferible de una faceta de la existencia, para el cristiano no es el fin definitivo; es el cambio de forma de existir: se pasa a otra situación de vida plena, porque al morir Cristo por toda la humanidad, venció a la muerte que era la condena que pesaba sobre el género humano por las consecuencias solidarias del primer pecado. Su muerte es modelo de nuestra muerte; el creyente vive y muere en el Señor; para él la muerte ha sido vencida en Cristo, primogénito de entre los muertos, aunque la muerte sea el último enemigo que hay que vencer.
Asumiendo esta situación el cristiano transforma la realidad de la muerte como lo hizo Cristo. Él se acoge definitivamente a Dios y se pone en sus manos ofreciendo todo su caminar por la vida como una opción de amor y por amor, que tiene un final feliz cuando se encuentra con Él en el comienzo de un día sin ocaso.
Para todos los pueblos y religiones la presencia de la muerte ha sido un componente fundamental de sus respectivas culturas.
El mundo occidental, cristiano, no puede desentenderse de esta realidad que ha configurado su historia, sus creencias, su arte y su cultura, con todos los matices que han aportado su respectiva confesión religiosa. Es tan rico el enorme patrimonio de la liturgia, el arte, la literatura, la música, las cofradías, la religiosidad, las tradiciones, etc., que bien merece que nos detengamos un año en aproximarnos a su estudio.
El Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas convoca esta XXIª edición invitando a antropólogos, historiadores, lingüistas y musicólogos, entre otros campos de la investigación, interesados en esta amplia área de conocimientos, centrado en el tema de la convocatoria.
Mayores informes:
Simposio El Mundo de los Difuntos - Septiembre 2014 - Madrid:
No hay comentarios:
Publicar un comentario