"La entonces Beata quiso un entierro de pobre en el camposanto de una parroquia. En previsión de la eventual futura necesidad de identificarla, sus hijas espirituales pusieron dos símbolos en sus manos: el bastón y el libro de los ejercicios ignacianos.
Tanto las fuentes hagiográficas (es decir, las narraciones de época que buscan resaltar la prodigiosa santidad del personaje) como historiográficas (los textos basados en documentos históricos) señalan que la primera iglesia porteña que visitó la peregrina de rancio linaje santiagueño María Antonia de Paz y Figueroa (o María Antonia de San José, como era el nombre religioso que eligió para su vida consagrada en el beaterio, ya que en vida nunca fue llamada con el apodo más contemporáneo de “Mama Antula”, que pretende darle arraigos telúricos con la coartada indigenista de la lengua quechua), al llegar a Buenos Aires, fue la Iglesia de Nuestra Señora de La Piedad del Monte Calvario, a la cual entró a rezar junto a sus compañeras de viaje, fatigada de su larga caminata y habiendo sido objeto de burla por unos muchachos, a causa seguramente de su aspecto desgreñado y cansino. Era el año de 1779".
Los invitamos a leer esta interesante nota escrita por nuestro colega y amigo Oscar de Masi, y publicada en el portal Infobae, a través del siguiente link:
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