"Casi al mismo tiempo en que el cónsul William Mark conseguía con gran esfuerzo y dedicación construir el Cementerio Inglés de Málaga, nacía en Inglaterra un niño, William Morris, que con el paso del tiempo se convertiría en el revolucionario de las artes y oficios, inspirado no solo en su prodigiosa y desbordante fantasía, sino también, en la obra literaria de otro revolucionario, John Ruskin, que cambió el concepto de lo que debía ser el arte, mientras en Westminster, Victoria era coronada reina, dando paso a la etapa más brillante y floreciente del conjunto de la historia de la Gran Bretaña, según la mayoría de historiadores y estudiosos sostendrían. Pero no pensarían lo mismo ni Morris, ni Ruskin, que tenían muchos puntos en común, a pesar de la diferencia de edad que los separaba, uno de los cuales era su absoluto aborrecimiento a la vida moderna, a la alienación por el trabajo, a la esclavitud industrial, mínimamente retribuida y asfixiantemente vivida, a la fabricación en serie y a la falta de amor al trabajo diario".
Los invitamos a continuar disfrutando de este nuevo relato de Mariano Vergara, publicado en el diario La Opinión de Málaga, a través del siguiente link:
No hay comentarios:
Publicar un comentario