La
infancia es un gran lago donde hay niños, de todos tamaños, pesos y colores,
encima de sus cunas agitando las aguas, tragándose las olas, una por una, y
luego las devuelven para que llueva sobre las ciudades. Y llueve con sabor a
niños y a biberones y a pañales.
Vienen
los ciclones si ellos están enfadados, y hay sequías prolongadas cuando se les
antoja dormir en demasía. El mundo entero funciona a su antojo: los pájaros
vuelan porque ellos soplan, la luna y el sol aparecen en el cielo porque los
usan como papalotes y las sonrisas llegan a las casas cuando pactan con las
cigüeñas para que los cuelen por las ventanas o los inserten en los vientres de
mamá.
Después
de eso, nada vuelve a ser normal. Los espacios, todos, comienzan a ensuciarse
con una frecuencia increíble, y en los rincones de las paredes aparecen
pintados avioncitos de muchos colores o flores o barcos y sirenas preciosas que
hasta uno las oye cantar; y después nadie sabe quién ha dibujado, el niño dice
que no fue él, sino un duende travieso que le robó los plumones mientras él
dormía.
Y
con esa misma imaginación son capaces de crear mundos en un papel. No importa si
los rasgos no están perfectamente logrados o si el tono no es el preciso; lo
trascendental es que logran inventar universos de fantasía con tan solo apretar
un crayón encima de una hoja. Y luego está esa perfecta imbricación entre lo
que uno les enseña y lo que ellos superan de esa aprehensión.
El
trabajo unido entre estos niños y el grupo Cementerio de la Oficina del
Conservador de la Ciudad de Cienfuegos ha dado resultados sorprendentes. La
educación en los valores patrimoniales de los campos santos y a la vez, sobre
todo elemento decorativo e histórico que se puede encontrar allí, ha permitido
el acercamiento curioso de estos niños; acercamiento que ha derivado en una sui
géneris colección de dibujos que como homenaje al día de la infancia se
presenta aquí.
No hay sueño que no salga de la imaginación de
un niño. No hay fantasía mayor que la producida por sus intranquilas cabecitas.
No hay dibujos mejores que estos que se pintan con el alma.
Cordialmente,
Hilda María Mola Trujillo
Jefa del grupo Cementerio
Oficina del Conservador
Ciudad de Cienfuegos
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