Casi al anochecer del pasado domingo de Ramos, al enterarme del fallecimiento del universal escritor Mario Vargas Llosa, por mensaje de mi entrañable amigo, el poeta chuquisaqueño Gabriel Chávez Casazola; debo confesar, sentí invadida mi tranquilidad y paz dominical, por un sentimiento de consternación y tristeza, pero también por una inevitable nostalgia que me hizo recordar con alegría, la visita del Nobel arequipeño a Bolivia, después de cuatro décadas y su recorrido por las ciudades de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, a fines del mes de mayo y principios de junio de 1986, por invitación del Dr. Víctor Paz Estenssoro, amigo personal y entonces presidente de la Republica de Bolivia.
“Antes que mis recuerdos, déjenme decirles lo emocionado que estoy al pisar suelo cochabambino”, decía el encabezado de la noticia publicada en el diario Los Tiempos con fecha 1° de junio de 1986; palabras que Don Mario había pronunciado a su llegada al Aeropuerto “Jorge Wilstermann”, al promediar las 9:30 de la mañana de aquel sábado 31 de mayo de 1986, acompañado de su esposa Doña Patricia Llosa, sus hijos Álvaro, Gonzalo y el entonces Ministro de Informaciones German Antelo y señora.
Concurrieron a recibirlo personalidades del medio cultural y el mundo de las letras, como el editor Don Werner Guttentag, el escritor Adolfo Cáceres Romero, autoridades y en representación de la Congregación de los hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle, Don José Casto Méndez, popularmente conocido como “El Secre”.
Luego de su arribo, en sencilla ceremonia el novelista y sus familiares, fueron declarados “Huéspedes ilustres” por el Concejo Municipal de Cochabamba; después de recibir tan importante distinción, en breve entrevista Vargas Llosa manifestó sentir mucho cariño por Cochabamba, ciudad con la que estaba muy ligada su familia, por haber vivido allí diez años. “Para mí, Cochabamba es mi infancia, en esta ciudad pasaron las primeras cosas que les pasan a los niños, desde aprender a gatear, a caminar, a leer, a escribir, todos mis primeros recuerdos son cochabambinos; era un viejo anhelo volver a esta tierra, donde tuve mis primeros amigos, donde leí mis primeros libros y donde realmente viví unas experiencias que como todo el mundo sabe, son realmente la raíz de la historia de todo individuo”.
Al ser entrevistada Doña Patricia Llosa, declaró ser cochabambina de nacimiento. “Nací en Cochabamba y residí toda mi vida en Lima, salí de Cochabamba a los quince días de nacida y es la primera vez que vengo a mi tierra natal”.
Un fragmento de la parte considerativa del edicto municipal que declaraba Huéspedes ilustres a Don Mario Vargas Llosa y familia señalaba lo siguiente: “Que Mario Vargas Llosa no constituye solamente el gran representante de la narrativa latinoamericana, sino que emerge como un preclaro defensor del sistema democrático, la presencia de tan magníficos huéspedes representa un gran honor para el país y en especial para Cochabamba, la que admira de modo permanente la obra del escritor”.
Acto seguido el futuro premio nobel y su familia fueron trasladados en un automóvil a un paseo por la ciudad, tomando rumbo posteriormente hacia el hotel donde se hospedaron, saliendo de allí casi de inmediato, para cumplir con la agenda programada, dirigiéndose en comitiva junto a su esposa y uno de sus hijos al Colegio La Salle, institución educativa donde el escritor peruano había cursado la primaria, donde fueron recibidos afectuosamente y homenajeados por la comunidad educativa de los hermanos de La Salle, profesores, padres de familia, alumnos y ex alumnos.
Fue a su llegada a los exteriores del “Hotel Cochabamba”, a media mañana de aquel memorable sábado 31 de mayo de 1986 que, por obra del azar, la casualidad, la suerte o el destino, coincidimos, el autor de la “Ciudad y los Perros” y quien ahora escribe estas líneas, entonces joven estudiante universitario de 19 años; al verlo llegar, espontáneamente me acerqué a Don Mario y lo saludé estrechándole la mano, en señal de admiración, respeto, amistad y bienvenida.
Para celebrar su paso a la inmortalidad, a modo de homenaje, dediquémosle hoy nuestro silencio.
Arq. Marco Antonio Macías Abasto
Docente de la Facultad de Arquitectura y Ciencias del Hábitat
Universidad Mayor de San Simón
Cochabamba
Bolivia