"A mediados del siglo XVI, entre los humanistas de Roma que estudiaban el mundo clásico surgió un gran interés por la arqueología del cristianismo primitivo. Al abrigo del poder pontificio y alentados por el espíritu de la Contrarreforma, estos estudiosos pretendían encontrar argumentos históricos para defender al papado romano frente a las críticas protestantes.
Figuras como el erudito Pomponio Leto, el sacerdote Felipe Neri o el cardenal Cesare Baronio impulsaron este interés por las antigüedades cristianas. A ese grupo pertenecía también Antonio Bosio, un erudito nacido en Malta en 1575 que tuvo un papel decisivo en el "redescubrimiento" de uno de los monumentos más emblemáticos de la historia cristiana: las catacumbas de Roma, galerías subterráneas que los primeros cristianos utilizaron como lugar de enterramiento y de culto".
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