domingo, 20 de julio de 2025

En Barahona, República Dominicana, no hay dónde enterrar los muertos

"Uno no sabe cuándo empezó el saqueo. Solo sabe que empezó. Quizá cuando dejaron de barrer el parque los domingos. O cuando la biblioteca cerró sin aspavientos, como si nadie la necesitara. En mi adolescencia, un ayuntamiento servía para cosas sencillas y claras: recoger basura, limpiar aceras y contenes, tener un ateneo donde se jugaba ajedrez y se hablaba de Rubén Darío sin que pareciera un pecado. Había una escuela de música de donde salían trompetistas y saxofonistas que luego tocaban en las retretas del parque. El parque, por cierto, estaba limpio. Los ayuntamientos no tenían arbitrio, pero tenía decencia.

Hoy Barahona es un desmadre con acta de nacimiento. No hay biblioteca, no hay música, no hay cementerio digno. Sí, leyó bien: no hay dónde enterrar un muerto con dignidad. Los que quedan son potreros con lápidas rotas y monte hasta la cintura. Los muertos, que deberían descansar, están ahora entre las frutas y el pescado del mercado público, porque allí se lava la mercancía: en el cementerio".

Los invitamos a continuar leyendo esta columna de opinión publicada por Marino Beriguete, en el diario El Caribe, a través del siguiente link:

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