"El sol, junto con la vida, decidió apagarse. Las mujeres y los hombres elevaron la vista al cielo, tras sepultar a su deudo, mientras caía la tarde. En sus adentros, pese al llanto, hubo silencio: estos trataban de asimilar el destierro. Aquel cuerpo querido, que fue carne en movimiento, quedaría a merced del tiempo, en una ladera, lejos de ellos.
La escena cobró vida en el cementerio San Lorenzo, entrada la tercera década de 1800. Allí, casi a la fuerza, fueron a parar los muertos. Los templos estaban atestados, pues no cabía un alma más bajo sus suelos. Y aunque enterrarse cerca de altares fue una forma de asir la eternidad, la “razón”, que se impuso en tantos pueblos, también dictó sentencia en ese respecto".
Los invitamos a continuar disfrutando de esta nota publicada por el periodista Edison Ferney Henao H., en el diario El Colombiano de Medellín, a través del siguiente link:
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