lunes, 24 de agosto de 2015

40 años de gestión comunitaria del Cementerio de La Magdalena en Quito, Ecuador

Si caemos en el lugar común es fácil asociar los espacios funerarios con el dolor o el duelo, sin embargo, esas emociones no estuvieron presentes en el Cementerio de La Magdalena este domingo 23 de agosto de 2015. Los comuneros de la tradicional parroquia quiteña celebraron los 40 años de gestión autónoma de su Cementerio, caso sui generis en Quito, ciudad en la que los espacios funerarios, en su inmensa mayoría, son administrados por la Iglesia Católica o por capitales privados.
 
Fue en agosto de 1975 cuando un grupo de visionarias “magdalenas y  magdalenos” encabezaron el lento proceso de reconstrucción física de su centenario cementerio que, en ese entonces,  estaba administrado por la Curia.  Formas ancestrales de trabajo como la minga o el priostazgo han servido para que, durante estos cuarenta años, la comunidad de La Magdalena haya sacado adelante a un espacio que se hallaba en condiciones lastimosas.
 
El acto del día sábado condensó algunos elementos simbólicos muy importantes dentro de la ritualidad funeraria  quiteña. La famosa Banda Juvenil de La Magdalena alegraba con sus  canciones el camposanto, mientras decenas de comuneros llegaban al mismo. La comunidad hizo un ejercicio de memoria: reconoció la importancia de los mayores y su trabajo y les rindió un homenaje. Se mencionó a los muertos y se mostró a los sobrevivientes del proceso reconstructivo. Don Adolfo Chuquimarca, líder comunitario de amplísima visión, ha sabido poner en valor la historia de trabajo y esfuerzo detrás del Cementerio magdaleno. Como se trataba de una celebración, no faltó ni la chicha ni el convite del sabroso mote con chicharrón, platos típicos de los entierros comunitarios. Al mismo tiempo, se presentó una interesante recopilación fotográfica y audio visual de los archivos del Cementerio y se hizo un repaso de la historia del espacio a cargo de Red Ecuatoriana de Cultura Funeraria.
 
Hoy en día el Cementerio cuenta con una administración eficaz, sobre todo, porque ha sabido integrar a la comunidad en cada una de las acciones que lleva a cabo su Comité de gestión.  Todavía se puede ver, cada domingo, grupos de “mingueros” trabajando con  ahínco por el consideran un espacio propio.
 
Esta experiencia de memoria y futuro deja muchas lecciones y preguntas; dos de tantas que vienen a mi mente inquieren: ¿Puede el espacio funerario de una localidad convertirse en un generador de cohesión social y de memoria comunitaria? ¿Puede el cementerio constituirse en un caballo de batalla frente a los acelerados procesos de planificación urbana que suelen dejar de lado las prácticas y disputas de sus comunidades? Ejemplos hay, pero los procesos son tan diversos que cada comunidad debe encontrar su propio camino. La Magdalena, gracias al Comité de Gestión de su Cementerio, ha encontrado uno, que a mi entender, vale la pena recorrerlo.
 
Un saludo cordial a la administración actual del Cementerio de La Magdalena presidida por Adolfo Chuquimarca, quien ha abierto las puertas del cementerio a la Red Ecuatoriana de Cultura Funeraria. Un agradecimiento especial a los vecinos que han apoyado nuestras investigaciones y trabajo: Ana Flores, Rodrigo Sotomayor, Gustabo Tubón, Lilia Salguero, Ángel Tenelema, Manuel Pillajo, José Amaguaña, Norberto Aldáz y César Llano.
 
Leonardo Zaldumbide
Red Ecuatoriana de Cultura Funeraria

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