Si caemos en el lugar común es fácil asociar los
espacios funerarios con el dolor o el duelo, sin embargo, esas emociones no
estuvieron presentes en el Cementerio de La Magdalena este domingo 23 de agosto
de 2015. Los comuneros de la tradicional parroquia quiteña celebraron los 40
años de gestión autónoma de su Cementerio, caso sui generis en Quito, ciudad en
la que los espacios funerarios, en su inmensa mayoría, son administrados por la
Iglesia Católica o por capitales privados.
Fue en agosto de 1975 cuando un grupo de
visionarias “magdalenas y magdalenos”
encabezaron el lento proceso de reconstrucción física de su centenario
cementerio que, en ese entonces, estaba
administrado por la Curia. Formas
ancestrales de trabajo como la minga o el priostazgo han servido para que,
durante estos cuarenta años, la comunidad de La Magdalena haya sacado adelante
a un espacio que se hallaba en condiciones lastimosas.
El acto del día sábado condensó algunos elementos
simbólicos muy importantes dentro de la ritualidad funeraria quiteña. La famosa Banda Juvenil de La
Magdalena alegraba con sus canciones el
camposanto, mientras decenas de comuneros llegaban al mismo. La comunidad hizo
un ejercicio de memoria: reconoció la importancia de los mayores y su trabajo y
les rindió un homenaje. Se mencionó a los muertos y se mostró a los
sobrevivientes del proceso reconstructivo. Don Adolfo Chuquimarca, líder
comunitario de amplísima visión, ha sabido poner en valor la historia de
trabajo y esfuerzo detrás del Cementerio magdaleno. Como se trataba de una
celebración, no faltó ni la chicha ni el convite del sabroso mote con
chicharrón, platos típicos de los entierros comunitarios. Al mismo tiempo, se
presentó una interesante recopilación fotográfica y audio visual de los
archivos del Cementerio y se hizo un repaso de la historia del espacio a cargo
de Red Ecuatoriana de Cultura Funeraria.
Hoy en día el Cementerio cuenta con una
administración eficaz, sobre todo, porque ha sabido integrar a la comunidad en
cada una de las acciones que lleva a cabo su Comité de gestión. Todavía se puede ver, cada domingo, grupos de
“mingueros” trabajando con ahínco por el
consideran un espacio propio.
Esta experiencia de memoria y futuro deja muchas
lecciones y preguntas; dos de tantas que vienen a mi mente inquieren: ¿Puede el
espacio funerario de una localidad convertirse en un generador de cohesión
social y de memoria comunitaria? ¿Puede el cementerio constituirse en un
caballo de batalla frente a los acelerados procesos de planificación urbana que
suelen dejar de lado las prácticas y disputas de sus comunidades? Ejemplos hay,
pero los procesos son tan diversos que cada comunidad debe encontrar su propio
camino. La Magdalena, gracias al Comité de Gestión de su Cementerio, ha
encontrado uno, que a mi entender, vale la pena recorrerlo.
Un saludo cordial a la administración actual del
Cementerio de La Magdalena presidida por Adolfo Chuquimarca, quien ha abierto
las puertas del cementerio a la Red Ecuatoriana de Cultura Funeraria. Un
agradecimiento especial a los vecinos que han apoyado nuestras investigaciones
y trabajo: Ana Flores, Rodrigo Sotomayor, Gustabo Tubón, Lilia Salguero, Ángel
Tenelema, Manuel Pillajo, José Amaguaña, Norberto Aldáz y César Llano.
Leonardo Zaldumbide
No hay comentarios:
Publicar un comentario