Nuestro colega y amigo Francisco López, perteneciente al grupo de Arqueología del Instituto Colombiano de Antropología e Historia -ICAHN-, nos envía una interesante texto (encontrarán el link al final de esta nota) y una reflexión que les compartimos a continuación:
"Miremos por ejemplo este caso que adjunto, como una aproximación arqueológica a cementerios patrimoniales. El inconveniente empieza cuando aferrados al modelo tradicional de arqueología, que desconoce los valores inmateriales o intangibles de esos contextos, concibe la torpe idea de que el objeto arqueológico es exclusivamente aquel que proviene del subsuelo o es obtenido a través de excavaciones (¿Quién afirmó tal cosa?). Aquellos vestigios enterrados, por ejemplo los prehispánicos, están bajo tierra simplemente porque son más antiguos; de lo contrario, quizá aún serían visibles de la “cintura para arriba”. Mi noción herética es que el objeto arqueológico comprende dos facetas inseparables: la tangible y la intangible (esta última incluye los valores simbólicos, espaciales, contextuales y discursivos en el marco social que no podemos introducir en una bolsa del plástico y ni siquiera en la cartografía per se).
Por otro lado, no es precisamente la antigüedad lo que hace al objeto… “arqueológico”, ni siquiera sus condiciones físicas o estéticas (éstos son simplemente una consecuencia), sino… la memoria social-popular que le otorga determinados significados, no importa que estos significados sean de origen “científico”. Si el objeto no se expresa así mismo como el vaso de agua colocado en la mesa durante la hora del almuerzo, sino que requiere de representaciones e imaginarios sociales para su interpretación, entonces quizá estemos frente a lo que verdaderamente constituye el patrimonio arqueológico, del que efectivamente también hacen parte los cementerios patrimoniales.
Otra cosa es discutir el hecho de que existan o no dolientes que reclamen derechos sobre esas sepulturas: a veces se asume que los indígenas sepultados en época prehispánica ya no cuentan con dolientes pero que, alguien inhumado en 1887 pudiera tenerlo y que ello evita considerar aquellas sepulturas como arqueológicas. No estoy muy convencido de eso, al contrario, creo que esa sensibilidad filial a veces llena de interrogantes es la que genera el sentido de arqueología que defiende Renato Dosaldo.
Cuando se piensa en que el único camino para intervenir arqueológicamente esos contextos es la “profanación” que ignora la voluntad de los dolientes, es porque aún nos hallamos en los terrenos de la arqueología tradicional (es decir, sólo es arqueológico aquello que surge de excavaciones).
Habría que explicar entonces porqué se habla de “Arqueología Forense”.
Gracias por permitirme compartirles esta idea que me surgió a la hora del café.
Abrazo a todos".
Francisco López
Grupo de Arqueología
ICANH-Colombia
Para conocer el documento al que hace relación Francisco, los invitamos a visitar el link: